Nacida en el seno de una familia vinculada al sector textil no es casual el protagonismo que en su obra cobran materiales como el hilo o la tela-, la artista se ha referido en numerosas ocasiones a la importancia que habrían tenido en su creación una serie de "traumas" infantiles, como el adulterio cometido por su padre con Sadie, la institutriz inglesa, o la pérdida de su madre al final de la adolescencia, una figura que vigilará toda su obra bajo la forma protectora y benigna de la araña.
Profundamente grabados en su subconsciente quedarían otros recuerdos juveniles, como los lamentos de los soldados cuando, de regreso del frente, pasaban cerca de la casa familiar en Aubusson, o la visión de los lisiados veteranos de guerra en el comedor del Louvre: "Mi infancia", diría en una ocasión, "nunca perdió la magia, nunca perdió el misterio y nunca perdió el dramatismo".
Destacamos algunos de sus últimos trabajos como las Red rooms que reproducen el dormitorio de sus padres. Muestran el miedo o el dolor sufrido en el interior hogareño en el que el espectador no puede penetrar, sino sólo divisar de lejos.
En estas obras predomina los materiales suaves, cálidos y mullidos, y en cada figura vislumbramos la mano acariciadora de Louise Bourgeois provista de aguja e hilo.
Celda (Retrato), 2004
Figura arqueada, 2004
El dolor y la memoria son pues el hilo con el que Bourgeois teje su obra.