miércoles, 12 de mayo de 2010

Coser las heridas: Louise Bourgeois

La vida y, de manera primordial, la infancia, nutren con singular fuerza y vitalidad la obra de la escultora francesa Louise Bourgeois (París, 1911)













Nacida en el seno de una familia vinculada al sector textil no es casual el protagonismo que en su obra cobran materiales como el hilo o la tela-, la artista se ha referido en numerosas ocasiones a la importancia que habrían tenido en su creación una serie de "traumas" infantiles, como el adulterio cometido por su padre con Sadie, la institutriz inglesa, o la pérdida de su madre al final de la adolescencia, una figura que vigilará toda su obra bajo la forma protectora y benigna de la araña.
Profundamente grabados en su subconsciente quedarían otros recuerdos juveniles, como los lamentos de los soldados cuando, de regreso del frente, pasaban cerca de la casa familiar en Aubusson, o la visión de los lisiados veteranos de guerra en el comedor del Louvre: "Mi infancia", diría en una ocasión, "nunca perdió la magia, nunca perdió el misterio y nunca perdió el dramatismo".













Destacamos algunos de sus últimos trabajos como las Red rooms que reproducen el dormitorio de sus padres. Muestran el miedo o el dolor sufrido en el interior hogareño en el que el espectador no puede penetrar, sino sólo divisar de lejos.

Otro de sus últimos trabajos son unas figuras de tela toscamente cosida, celdas-vitrina en las que se encierran imágenes de la tortura y el éxtasis.

Estas obras marcan un punto de inflexión con respecto a su producción anterior, caracterizada por el uso de materiales duros y fríos como el mármol o el bronce.


Celda XXV, 2001, (Visión del mundo de la esposa celosa)


En estas obras predomina los materiales suaves, cálidos y mullidos, y en cada figura vislumbramos la mano acariciadora de Louise Bourgeois provista de aguja e hilo.

Celda (Retrato), 2004

Coser es para ella sinónimo de curación, y por tanto un símbolo de reconciliación, de unificación y sanación. A pesar de ello, no escapan estas figuras al desgarro y al dolor.



Figura arqueada, 2004

En relación a ellas, la autora ha explicado que representan distintos tipos de dolor: el físico, el emocional-psicológico, y el mental-intelectual.


El dolor y la memoria son pues el hilo con el que Bourgeois teje su obra.

lunes, 19 de abril de 2010

El dolor físico: la enfermedad

"Tener dolor de vez en cuando ya es bastante malo de por sí, pero vivir con dolor durante largo tiempo hace que la situación empeore. El dolor suele limitar la habilidad para trabajar, disfrutar y para cuidar de uno mismo. Muchas personas con dolor crónico quedan incapacitadas para trabajar, añadiendo así la pérdida del nivel económico al problema. Si el tiempo pasa y no se mejora, las personas tienden a hacerse introvertidas y deprimirse, lo cual sólo aumenta la soledad y el aislamiento social. Conforme el dolor aumenta, muchas personas suelen abandonar su lucha, admitiendo que la enfermedad les ha ganado y consiguiendo entonces que la enfermedad se convierta en un problema que involucra tanto al que sufre como a los que le rodean" (SED)

La enfermedad, alteración más o menos grave de la salud, ha sido motivo de representación especialmente pictórica. Vemos a continuación algunos ejemplos en los que muestran cómo el dolor físico también puede acarrear el dolor emocional.

El dolor físico y psíquico se aprecia en los rostros de los protagonistas pero también en el de los seres queridos que los acompañan y atienden. Enfermos y convalecientes mostrando su dolor han sido modelos recurrentes a lo largo de la historia de la pintura.


Baco enfermo, Caravaggio, 1593-94 Óleo sobre lienzo, 67 x 53 cm.


El niño enfermo, Gabriel Metsu, 1660, Óleo sobre lienzo, 32 x 27 cm.




Convaleciente, Sir John Everett Millais, Óleo sobre lienzo, 78,8 x 64 cm.



El convaleciente, Charles Auguste Émile Duran, 1860, Óleo sobre lienzo, 99 x 126 cm.


El enfermo imaginario, Daumier, 1863, Óleo sobre lienzo, 27 x 35 cm.



Convaleciente, Degas, 1872-77, Óleo sobre lienzo, 65 x 47 cm.


Niña enferma, Christian Krohg, 1880, Óleo sobre lienzo



El niño moribundo, Hans Heyerdahl, 1881, Óleo sobre lienzo



La niña enferma, Munch, 1885, Óleo sobre lienzo, 119,5 x 118,5 cm.



El niño enfermo, Arturo Michelena, Óleo sobre lienzo, 1886, 80 x 85 cm.



Primavera, Munch, 1889, Óleo sobre lienzo, 169 x 263,5 cm.



Ciencia y caridad, Picasso, 1897, Óleo sobre lienzo, 197 x 249'5 cm.



El doctor, Sir Samuel Luke Fildes, 1891, Óleo sobre lienzo, 166 x 241 cm.



La muchacha enferma, Félix Vallotton, 1892, Óleo sobre lienzo, 70 x 100 cm.



Convaleciente en el jardin, Tissot, 1896, Óleo sobre lienzo



El niño enfermo, Pedro Lira, 1902, Óleo sobre lienzo, 102 x 137 cm.


Convaleciente, Hale, 1906, Óleo sobre lienzo



María enferma, Sorolla, 1907, Óleo sobre lienzo, 61 x 91 cm.

Convaleciente, Gwen John, 1918, Óleo sobre lienzo, 33,7 x 25,4 cm.



El niño enfermo, Dalí, 1921, Óleo y aguada sobre cartón, 57 x 51 cm.


La convaleciente, María Blanchard, 1930-32, Pastel, 100 x 73 cm.



Autorretrato Rojo, Utermohlen, 1996, 46,5 x 33 cm.



La convaleciente, Joan Abelló i Prat, Óleo sobre lienzo, 116 x 81 cm.


Dolor agudo, Baruch Elron

SED

La Sociedad Española del Dolor (SED ) es una asociación profesional, multidisciplinar y sin ánimo de lucro , fundada en junio de 1990 con la intención de promover trabajos científicos sobre los mecanismos y el tratamiento del dolor, sensibilizar a la sociedad sobre esta problemática y fomentar la mejora constante en la valoración y la terapia de los pacientes que sufren dolor.
La SED es un capítulo de la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor que a su vez es referencia para temas de dolor en la Organización Mundial de la Salud.
En la Sociedad Española del Dolor (SED) se integran profesionales de distintas especialidades y grados, en su gran mayoría médicos. También forman parte de esta asociación otros profesionales no médicos como: farmacólogos, psicólogos y diplomados de enfermería.
En su web http://www.sedolor.es/ podemos encotrar distintas áreas temáticas que constituyen conjuntos de recursos sobre áreas de interés para los expertos del dolor coordinados por socios de la SED.

martes, 6 de abril de 2010

Ben Shahn

Ben Shahn (1898-1969) pintor estadounidense de origen ruso.

Padre y niño, 1947

Establecido en EE UU a partir de 1906, es el más destacado exponente del arte comprometido social y políticamente, dentro de la corriente del realismo estadounidense.

Muerte de un minero, 1940

Plasmó con gran fuerza analítica y realismo las condiciones de los marginados, además de episodios políticos particularmente intensos.

Muerte en la playa, 1945

Hacia los años cincuenta y sesenta, su estilo se hizo más imaginativo, y recurrió a procedimientos derivados de las experiencias de la abstracción.

Cantar el dolor, 1946

martes, 23 de marzo de 2010

El grito

La influencia de la vida de Munch (1873-1944) en su obra fue decisiva, y es que este pintor noruego, de formación autodidacta y familia humilde, vivió momentos difíciles en su infancia: vio morir de tuberculosis a su madre cuando él tenía cinco años y a su hermana cuando tenía catorce. Éstos fueron los agravantes de una vida llena de insatisfacciones: el fracaso ante las mujeres, el desagrado de una sociedad parisina aburguesada y excesivamente mercantil, sus problemas con el alcohol, etc. Todo esto, junto a su carácter depresivo e introvertido, le llevó a refugiarse en sus cuadros, en los que reflejaba sus traumas interiores.
El grito sería la culminación de este sentimiento trágico de la vida. A partir de ahí exploraría la mente humana, sus preocupaciones y emociones. Por ello, sus temas, de una intensidad subjetiva enorme, intentan reflejar no sólo sus ansiedades, sino las de todas aquellas personas que “respiran, sienten, sufren y aman”, como él.

1893. Óleo, temple y pastel sobre cartón. 89 x 73,5 cm. The National Gallery. Oslo. Noruega.


"Caminaba yo con dos amigos por la carretera, entonces se puso el sol; de repente, el cielo se volvió rojo como la sangre. me detuve, me apoyé en la valla, indeciblemente cansado. lenguas de fuego y sangre se extendían sobre el fiordo negro azulado. Mis amigos siguieron caminando, mientras yo me quedaba atrás temblando de miedo, y sentí el grito enorme, infinito, de la naturaleza"

Así describió Munch el momento que dio origen a El grito, la obra más famosa de un ambicioso ciclo de pinturas. En esta serie pretendió expresar, con un lenguaje nuevo, sus experiencias sobre el amor, la enfermedad, la muerte y la naturaleza, constantes temáticas en su obra.
En El grito podemos ver cómo una figura humana, situada en el centro, se tapa los oídos en un gesto desesperado de angustia. Su rostro, que recuerda a una calavera, y su cuerpo, están completamente deformados, como también lo está el espacio que lo rodea. Pero esta figura no está sola: un poco más atrás hay dos personas de negro, anónimas, que intensifican la inquietud de la escena. Todo tiembla ante ese grito, todo se desfigura porque forma parte de una realidad interior. El artista ha reproducido su vivencia de una forma completamente subjetiva, haciendo que nosotros oigamos también ese grito. Así expresa hasta qué punto las emociones determinan por completo nuestra percepción del mundo.

El grito como icono

A finales del siglo XX, El grito adquirió estatus de icono cultural que comenzó en el período post-Segunda Guerra Mundial.

En 1961 la revista Time utilizó El grito en la portada de su edición dedicada a los complejos de culpa y a la ansiedad.



Entre 1983 y 1984, el artista pop Andy Warhol realizó una serie de estampaciones en seda sobre las obras de Munch, que incluían El grito. La idea fue desacralizar la pintura devaluando su originalidad y convirtiéndola en un objeto de reproducción en masa.




El grito, Andy Warhol, 1984 Serigrafía de polímeros sintéticos sobre tela, 132 x 96.5cm

Característico del arte posmodernista es el irónico e irreverente tratamiento que realiza Erró de la obra cumbre de Munch, en sus acrílicos El segundo grito y Ding dong.


El segundo grito, Erró, 1967 Acrílico sobre lienzo 75 x 85 cm.




Ding dong, Erró, 1979, Acrílico sobre lienzo, 140 x 130 cm.

Oswaldo Guayasamín realizó este Grito dentro de su serie la edad de la ira.

El Grito I, Oswaldo Guayasamín, 1983, Óleo sobre tela, 130 x 90 cm.

El muralista norteamericano, Robert Fishbone, descubrió un filón en el mercado cuando, en 1991, comenzó a vender muñecas inflables con la figura central de la obra. Su compañía vendió cientos de miles. Los críticos señalan que, al sacar la figura de contexto (el paisaje), Fishbone ha destruido la unidad de la obra de Munch, neutralizando, de este modo, su fuerza expresiva.



La reproducción de la obra en toda clase de productos, desde camisetas hasta tazas de café, cerámica, pósters, llaveros, etc., da testimonio de su status como icono, así como de la completa desacralización para el público actual.














Como una de las escasas obras de arte moderno que son instantáneamente reconocidas, incluso por gente que conoce muy poco sobre arte, El grito se ha utilizado en publicidad, dibujos animados y televisión.
























En esa misma línea, se puede comparar con otras obras de arte, convertidas también en iconos, como la Mona Lisa de da Vinci.


El grito es una obra con gran fuerza emocional, y la banalización de la imagen en la cultura popular se puede interpretar como el intento de desactivar el sentimiento de incomodidad que, inevitablemente, provoca en el espectador.

viernes, 19 de marzo de 2010

Paroxismo del dolor

Francis Picabia (1879-1953) artista vanguardista francés. Su arte no admite clasificación ya que trabajó en casi todos los estilos contemporáneos más destacados, como el impresionismo, el cubismo, el fauvismo, el orfismo, el dadaísmo, el surrealismo y el arte abstracto.

Paroxismo del dolor, 1915. Óleo sobre tabla. 80 x 80 cm. Colección privada. París. Francia.

Paroxismo del dolor podría definirse como una obra de Picabia en la que transpone de forma abstracta experiencias íntimas.

La aplicación uniforme de la pintura, la anidación de formas rectangulares así como la frontalidad agresiva de la obra y su simetría, evocan un diálogo continuado con el lenguaje de la abstracción, en particular con el espacio de poca profundidad y la organización central.

Paroxismo del dolor
describe partes de una máquina que podrían recordarnos la figura de una mujer. El título sugiere que su acción de inflexión causaría dolor. Como la acción de las máquinas, el cuerpo de la persona amada también puede ser visto como un sistema de engranajes, aunque relacionado con las emociones humanas.

domingo, 14 de marzo de 2010

Mónica Ozámiz

En la pintura de Mónica Ozámiz, licenciada en Bellas Artes, se revela un expresionismo que reúne muchos elementos constructivistas.

Dolor. Técnica mixta sobre tabla. 40 x 62 cm.

Tristeza. Técnica mixta sobre tabla. 41 x 51 cm.